Los gremios de Florencia, durante el siglo XIV, fueron fundamentales en la vida de la ciudad. Eran como clubes de artesanos y comerciantes. Agrupaban a personas que compartían el mismo oficio o comercio, y juntos desempeñaban varios roles clave.
Establecían reglas para mantener la calidad de los productos y asegurarse de que los precios fueran justos. Comprar algo a un miembro de un gremio significaba que estabas obteniendo un producto de calidad, al menos en teoría.
Los gremios también protegían los intereses de sus miembros. Si alguien competía injustamente o trataba mal a los trabajadores, los gremios intervenían en su defensa. Esto aseguraba que los miembros se mantuvieran protegidos en un mundo competitivo. En muchas ocasiones, los gremios eran como una gran familia. Ofrecían ayuda mutua en tiempos difíciles, como cuando un miembro estaba enfermo o necesitaba apoyo financiero.
Por otro lado, los trabajadores que no estaban asociados a un gremio no gozaban de ninguna protección ni representación en el gobierno de la ciudad. Solo los gremios tenían representación. Y quien tiene el poder, legisla a su favor.
El Decreto de las Corporaciones, de 1355, tenía como objetivo principal regular y controlar a los trabajadores no gremiales. ¿Cómo? Por ejemplo, restringía la capacidad de los trabajadores no gremiales para cambiar de empleador sin la aprobación de las autoridades locales y los gremios, lo que brindaba a estos últimos un mayor control sobre la mano de obra y la economía de la ciudad.
Imagina que no pudieras cambiar de jefe so pena de no trabajar en la ciudad.
Imagina que tu jefe fuera el dueño de tu casa y te subiera el alquiler.
Imagina que no tienes ninguna representación y son los empresarios (aka gremios) los que deciden las reglas.
Deja de imaginar.
Bienvenido a #ProyectoFlorencia
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