sábado, 5 de febrero de 2022

Abrimos la tapa del baúl de... Ramón Bassons

Inspiré, espiré. El aire puro inundó mis pulmones. A mi alrededor, un prado verde cuidado, con árboles, lago, trampas de tierra... El campo de golf acababa de abrir y todavía no estaba lleno de jugadores. Miré hacia la colina del hoyo cercano y vi un carrito de golf que se acercaba hacia mí. Mientras lo hacía, consulté mis notas:

Ramón Bassons, analista informático con mucho callo en la profesión. Lleva años escribiendo por pasión y guarda documentación de periódicos y revistas. Ha escrito «Arriba en la buhardilla» y recientemente ha autopublicado «Un cadáver en el búnker».

Para ser tan pequeño, el vehículo iba a una velocidad considerable. Cuando llegó a mi altura, Ramón me saludó desde el volante:

―¡Buenos días!

―¡Buenos días, Ramón! Vaya sitio chulo en el que hemos quedado.

―Sí, ¿verdad? Fíjate que aquí hay mil sitios para esconder un cuerpo.

―Esto... Sí, cierto, no me lo había planteado.

―Entre los árboles o con un peso en el lago. ¡Esto es un paraíso!

―Sí, claro. ¿Qué te parece si vamos a la cafetería, donde hay mucha gente, y hablamos allí tranquilos?

―Por supuesto.

En aquel bólido blanco llegamos en poco tiempo a la cafetería. Nos sentamos en una mesita apartada. Encendí la grabadora y me dispuse con el bloc el bolígrafo.


El libro comienza en un campo de golf y todo lo que sucede dentro y en sus alrededores, tanto física como emocionalmente. Personajes que lo usan para hacer deporte, negocios, especular, presumir… ¿Qué relación tienes con el golf?

Lo cierto es que ninguna. La novela surgió de forma casual, hablando en la playa con unos amigos que sí lo practican. Según iban contando detalles tuve más claro que ahí había una historia.

En la historia aparece un político, un constructor, un banquero, mafia, prostitución… ¿Hasta qué punto crees que el trasfondo de la historia se puede aplicar de forma general a España?

Creo que incluso me he quedado corto. Yo he escuchado decir de un sitio que no se mueve una hormigonera si no ha pasado antes por la caja de cierto partido político. Pero no sólo hay corrupciones en el ámbito de lo público. Desde regalos entre directivos valorados en miles de euros hasta una empresa que no tuvo ningún reparo en montar en un avión al gerente de compras de un cliente potencial, traerlo a Madrid para comer en cierto restaurante de lujo y ponerle después una suite varios pisos más arriba con dos prostitutas. No tengo pruebas de nada, claro, pero ahí están series como Crematorio o la película El Reino. Cuando el río suena…


La víctima es una persona que no es muy querida por los que lo rodean, por decirlo suavemente. Sin embargo, tiene mujer, amante y multitud de contactos de negocios. ¿Cómo puede una persona tan odiada mantener al mismo tiempo las manos metidas en todas las salsas?

Se ve continuamente: hay gente a la que no traga nadie, pero que está en posiciones de poder, sea en lo público o en lo privado, y con la que no queda más remedio que tratar si quieres avanzar en lo tuyo.


La pareja de detectives Gallego y Laredo es un tándem ágil que funciona muy bien. Tienen personalidades diferentes pero que se complementan a la perfección. La idea de dos compañeros policías se ha explotado mucho, pero normalmente son polos opuestos, que se odian y acaban por entenderse. Sin embargo aquí hay un cariño que se siente desde el principio.

Gallego tuvo al padre de Laredo como mentor, y ahora es él quien desempeña ese papel con ella. Como la diferencia de edad no es tanta no la puede tratar como a una hija, pero sí como a una hermana pequeña, o una sobrina. Ella le respeta las canas aunque tiene claro hasta dónde puede llegar él con sus consejos.

La madre de Laredo tiene una enfermedad mental. Estamos acostumbrados a que los detectives sean superhombres o que los problemas sean suyos: alcoholismo, juego, personalidad… Que tengan que cuidar de una persona o que deban atender llamadas en mitad de una investigación es algo poco habitual y, sin embargo, seguro que es el pan de cada día de las personas reales que hacen ese trabajo. ¿Por qué decidiste utilizar a ese personaje?

Tengo un enorme respeto por el Alzheimer y las personas que lo sufren. Nada puede ser más terrible que dejar de ser tú, que tu existencia se borre. El papel de la madre de Laredo, a quien quiero tratar con mucho cariño, sirve para poner en evidencia la necesidad de los cuidadores y las dificultades que hay para conciliar esas situaciones en muchas profesiones.

Al avanzar en la lectura todo el mundo tiene un motivo para cometer el crimen, lo que trae necesariamente a la mente Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie. ¿Cuánto de su influencia hay en el libro?

Mucha. Al principio empezó como un juego, pero después me propuse hacer ese doble guiño con cada uno de los personajes: su opinión sobre el finado y la verosimilitud de que fuera el criminal. La diferencia es que en todo momento quise ser honesto. Lo que se presenta es lo que es. Por el contrario, muchas novelas de Agatha Christie llegan a su desenlace desvelándose relaciones previas de alguno ¡incluso todos! los personajes con la víctima y que explican su asesinato. No quiero desmerecer en absoluto con esto a la Reina, he disfrutado enormemente con los bigotes de Poirot y con las rosas de Mrs. Marple, pero dice mucho de ellos el que sean responsables de una categoría específica de películas en las que muere mucha gente en un escenario cerrado y después todo queda explicado porque alguien era el sobrino de alguien.

En la serie House M.D., el doctor House suele decir “Todo el mundo miente”. En muchas ocasiones se desliza, por otros personajes, que las mentiras nos permiten seguir adelante con nuestras vidas. ¿Cuánto se mienten a sí mismos los personajes del libro?

Laredo se miente por su relación pasada con Q. Gallego por los estudios de su hijo. Natalia se engaña por su relación con Urquijo. Mª Isabel haciendo como que no le importa su marido… y Urquijo engañaba a todos.

Se suele decir que cada uno es el héroe de su propia historia y que los villanos, en su cabeza, son los buenos.  No voy a revelar mucho más, pero ¿crees que en tu historia es así?

Sí. En este caso, el villano opina que la víctima lo tenía bien merecido.

El final de la historia es al mismo tiempo cerrado y abierto. Por un lado, permite que el lector imagine lo que puede suceder a partir de ahí. Pero, por otro, te deja abierta una puerta inmensa hacia el futuro.  ¿Has pensado en seguir escribiendo sobre Gallego y Laredo?

Me ha hecho mucha ilusión la acogida que han tenido y yo también les he cogido cariño. De hecho, estoy preparando una nueva aventura suya, que me gustaría tener preparada para primavera. Sería posterior en el tiempo y tendrá ciertas dependencias de la primera. La idea es afrontar un nuevo caso además de profundizar en los aspectos personales entre ellos.

Para terminar, cuéntanos algo sobre lo que estás trabajando ahora.

Lo que terminaré primero será la nueva aventura de Gallego y Laredo que mencionaba antes. Esta ha aparcado un proyecto de largo recorrido cuyo título será «Rencor» del que tengo bastante escrito. Será un thriller con raíces de ficción histórica que me está exigiendo documentarme mucho, una cosa que me da mucha pereza: transcurre en tres países, en cuatro localizaciones principales. Se tratan sucesos de tres momentos históricos que desencadenarán los hechos que se narran en la actualidad. A uno de esos episodios históricos documentados se le añaden algunos sucesos que pasaron por ciertos en mi familia durante dos generaciones y que ahora se han desvelado… poco precisos.

A raíz de un tuit de Zahara me surgió la necesidad de retomar una historia que tenía aparcada, y que querría finiquitar para el próximo 22/11.

Me planteé participar en una antología de ciencia ficción con un relato que pasé para su corrección a algunas personas de Kmleon: todas me recomendaron que estaría mejor en una antología propia, así que ahí lo tengo, junto con algún otro esbozo. Ya veremos (dijo un ciego).


En ese momento se oyó el claxon de un automóvil. Ramón echó un vistazo al reloj.

―Vaya, qué tarde es. Tengo una cita, voy a documentarme para el siguiente libro de Gallego y Laredo.

―No te preocupes, con esto yo creo que podemos dar por terminada la entrevista.

―Genial. Te leeré en unos días. Recuerda que conozco muchos sitios oscuros, ja ja ja ―me dijo, mirándome con sus ojos brillantes.

―Sí, esto, lo recordaré.

Acto seguido, se alejó hacia el aparcamiento. Cuando salió de la cafetería, unas voces se colaron mientras la puerta se cerraba.

―¿Estás listo, Ramón?

―Sí, Gallego, lo estoy. ¿Cómo está tu madre, Laredo?

Decidí que necesitaba un whisky.



¿Dónde puedes encontrar a Ramón Bassons?

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Blog: La pesadilla de Gilgamesh


Si te interesa comprar su novela, puedes hacerlo aquí: «Un cadáver en el búnker»


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