martes, 1 de marzo de 2022

Las Truculentas: TRAS LA PUERTA (I) - Gloria Carrasco

 


(Este es un relato escrito entre varias personas. Cada una ha trabajado una parte diferente, con su propio estilo, pero todas han contribuido a que sea un gran relato. Se irá publicando cada día un relato y, a final de mes, se publicará el relato completo. Se puede seguir la serie de relatos aquí: Truculentas).


La brisa mañanera del sábado acariciaba su rostro despejando el atisbo de estrés que aquel almacén le producía. Pensando en los sucesos que habían acontecido hace pocas horas en el trabajo, deseaba llegar a casa y dormir. Se encontró con el monumento al colonizador más sanguinario de la historia de su pequeña ciudad. A su lado, un banco donde la luz del sol pegaba de lleno en su madera y al sentarse en él, sintió un calor por todo su cuerpo haciéndola suspirar.

      Justo delante de ella, sin tapar al astro rey, estaba él. Analizó al hombre piedra por piedra. Se percató de que había un gato negro dormido a los pies del gigante y cerró los ojos, dejándose dormir. Una pregunta llegó a su cabeza veloz y sin avisar. ¿Alguna mujer estaría en aquel barco? Hacía siglos que zarpó con decenas de hombres sanguinarios, hombres de Dios, hombres de armas. ¿Qué hubiera pasado si una mujer estuviera ahí contando su historia? 

       Eso nunca lo enseñaron en la escuela. Sus pensamientos se interrumpieron por el movimiento de aquel gato que suponía dormido. La miraba con unos ojos enormes y brillantes, giró su cabeza y comenzó a caminar. Ella sintió el impulso de seguirlo. Fue un sentimiento tan fuerte que su corazón comenzó a palpitar tan veloz como aquella idea. 

        La mujer se levantó de aquel banco y se alejó del gigante de piedra.

        El caminar del animal era pausado y elegante, casi poético. Una pata tras otra y el rabo en alto. Tan ensimismada estaba la mujer que no se dio cuenta que caminaba sobre tierra y hacía rato que había dejado la acera. A su alrededor, la maleza se extendía verde. El sonido de los mosquitos la rodeaba, pero ella seguía caminando con curiosidad.

    Pronto, llegaron a un claro donde la luz del sol se dejaba ver entre los árboles altos. Sonrió maravillada con el espectáculo que la naturaleza le ofrecía.

        —Alto, humana —escuchó. Lo que hizo que se detuviera en seco girando la cabeza hacia los lados buscando a su interlocutor—. ¡Estoy aquí, mamarracha! —La mujer miró hacia abajo y ahí se encontraba su acompañante felino observándola con esos ojos—. Mi señor escuchó tus plegarias. —Ella arrugó el ceño en una mueca sorprendida—. No hagas eso, por favor, pareces estúpida.

         —Perdón…, ¿señor gato? —titubeó.

       —Soy hembra —exclamó irritada—. ¿Llevas todo el rato mirándome el trasero y no te has dado cuenta?

     —Lo siento, lo siento. —Ella agitó los brazos sin saber qué hacer. De la sorpresa pasó a la vergüenza.

        —Ya me advirtieron, ya… —dijo la gata entornando los ojos—. Como te iba diciendo, mi amo te da la oportunidad de que cambies de vida. —La gata caminó  hacia un árbol mientras hablaba y lo rodeó. Para sorpresa de la mujer, esta había cambiado de color a un anaranjado—. Te voy a dar dos opciones. Tú escoges la que desees, y la condición es que no hay vuelta atrás.

        —¿No hay vuelta atrás? —repitió ella.

        —No, no hay vuelta atrás… ¡Y no repitas lo que digo, me pones nerviosa!

        «Es un gato, sin duda», pensó la mujer. «Gata».

        —¿Aceptas? —La pregunta del animal sonó como un eco en los oídos de la mujer haciendo que un cosquilleo la inundase. Sin dudarlo, asintió—. Si cruzas el bosque ahora, verás cosas extrañas o muy comunes, pero las vivirás con un rostro diferente y otro nombre. A lo mejor puedes morir, pero también morirás de aburrimiento si te das la vuelta por donde hemos venido. —Ella giró la cabeza a su espalda. Un trozo de acera se dejaba ver entre la maleza. Su entrecejo se arrugó sin entender—. ¿Y bien?

        La mujer giró varias veces el rostro para ver la calle a lo lejos y a la gata esperando su reacción. Tenía pocas dudas y una casa donde solo la esperaba un cactus que no la echaría de menos. Sonrió y caminó hacia un nuevo destino.




Escrito por Gloria Carrasco:



2 comentarios:

  1. Ya me ha enganchado, madre mía .... Cuando publicáis más??

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  2. Me alegro mucho! Publicaré un pedacito cada día. Estás invitade a fangirlear aquí o en el hilo de cada día de twitter:

    https://twitter.com/shapirowilks/status/1498585004036792323

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